miércoles, 28 de mayo de 2014

Los Labios de Mona Lisa

Bueno, el último adelanto que haremos de esta nueva novela es el tercer capítulo, recordando que la obra consta de siete capítulos. Esperamos que les guste.

TRES

Las siguientes dos semanas fueron de trabajo duro. Soñé con el cuadro varias veces, cuando uno pinta durante muchas horas un mismo tema se obsesiona, la primera vez que me pasó fue con el cubismo abstracto, mis pesadillas con cuadrados y círculos en blanco y negro solo fueron superadas con terapia. Durante ese tiempo se me gastaron las provisiones en dos oportunidades, sobre todo las bebidas, el oleo y los aceites de lino le resecan a uno la garganta. Salí a la calle como estaba, sucio y desprolijo, sin peinarme, con barba y las manos llenas de oleos y olores a lino y distintos tipos de aceites diluyentes. Con el tiempo aprendí a darle a la gente lo que quiere, si soy un artista raro tengo que mostrarme como tal, si me preguntaban de donde conseguía la inspiración, yo decía que provenía luego de la práctica de extensos rituales africanos, o de la meditación oriental, cuando en realidad la respuesta correcta sería pinchar el globo de la ilusión y decir que la mayoría de las veces la inspiración no existe, y que además, de existir, tiene que encontrarlo a uno trabajando, de nada sirve la inspiración si uno está en la sala de espera de una clínica esperando que le autoricen unos análisis de sangre.
Durante esas dos semanas pasaron dos viernes de los cuales fui testigo de las pasiones y desenfrenos sexuales de Mindy, quien no tenía nada que envidiarle a Sasha Grey, y hasta me tomé la libertad de pensar que tal vez mi vecina tuviese el morbo de filmarse, y que su celular estaría con la memoria llena de fotos y videos, quizás su novio fuese una especie de John Holmes, ¨bueno –pensé – mientras no termine como él¨. Yo salía poco a la calle y no me la crucé durante ese lapso de tiempo. Cada viernes, fiel como un reloj, ella se acostaba, suponía yo, con quien era su pareja. A pesar de mi agotamiento mental tuve la lucidez y el tiempo de crear algunas teorías. Una de ellas decía que su pareja era un abogado exitoso y que los fines de semana era el único momento que realmente tenían para estar a solas, ya que ambos serían profesionales ocupados, aunque me llamaba la atención que los encuentros fuesen los viernes y no los sábados. Otra teoría me indicaba que su amante era un doctor, y que los viernes aprovechaba para escaparse de la guardia médica para ir a satisfacer las necesidades tanto suyas como de ella; pensé en los enfermos que llegarían al hospital en busca de atención urgente encontrando un simple cartel de ¨vuelvo enseguida¨. Una tercer teoría me hacía pensar que Mindy buscaba amantes distintos cada viernes, los conocería por chat, en redes sociales, anuncios en el diario, inclusive podía pagarle a un taxi boy, podía tener un amigo, un amigo gay y una teoría prima surgió de la nada, quizás quiera quedar embarazada y un amigo gay la está ayudando.
La teoría de los amantes distintos me llenó de odio. ¿Quién se creía que era esta mina? Se creía demasiado con su cuerpo bonito, sus buenos modales, su fingida y exagerada simpatía, su título de abogada bajo el brazo, supe que sería la típica feminista que quiere aparentar independencia y así escaparle a los compromisos, porque detrás de su discurso independiente se encontraba una inseguridad y un miedo al amor y al compromiso enorme. Se me vinieron a la mente sus palabras ¨ ¿siempre pintás vos?¨, como desmereciendo el oficio, el talento y la capacidad del artista. En un punto se creía superior a mí. La odié.
Un par de días después de mis pensamientos me la crucé en la calle. Yo iba rumbo a la librería a comprar unos pinceles nuevos para terminar el cuadro, que ya estaba prácticamente listo, y de no ser por mis obsesiones o comportamientos compulsivos, el cuadro ya estaría listo para entregar. Según mi visión solo le faltaban unos pequeños detalles a los brillos de los ojos y un leve sombreado en la cruz. El resto, supe por experiencia en arruinar obras, que de tocarlo tendría que volver a comenzar. Mindy caminaba hacia mí con elegancia. Para mis adentros pensé que se creía mucho por tener un culo lindo, y lo que es peor, ella sabía y era consciente de su belleza y más aun, seguramente la había utilizado más de una vez en su vida para conseguir un objetivo, me imaginé a una hembra sedienta, insaciable y trepadora. ¿Hasta dónde pretendía llegar? Imaginé que su trabajo en el estudio de abogados había comenzado como una simple secretaria, y que a base de sexo hoy sería una de las principales responsables del estudio. Ella caminaba moviendo sus caderas y al verme se quitó las gafas oscuras, se creería una especie de estrella de cine porque no salía a la calle sin ellas, motivo nuevo para odiarla más aun; en la chaqueta marrón que vestía llevaba una placa con su nombre, una placa dorada, siempre con sus carpetas en mano. Me miró y me saludó con la educación y falsa simpatía de siempre.
-          Hola, ¿Cómo estás tanto tiempo, bien? – dijo.
Su simpatía era la que mostraba siempre, ante el público se mostraba educada, fina, elegante, buena gente, cuando era todo lo contrario, una trepadora vil y manipuladora, con el ego enorme, materialista y con ansias de poder. Yo producto de mi enojo solo asentí con la cabeza y respondí con un seco y cortante ¨que tal¨, ni siquiera me di vuelta para mirarle el culo, supuse que era lo que ella pretendía, por lo tanto no le di el gusto, murmuré para mis adentros ¨¿quién carajo se cree que es?¨.
Le comenté a Sonia todas y cada una de mis teorías. Ella, mujer, respondió que todas eran válidas y yo no tenía derecho alguna a juzgarla, incluida la de los amantes distintos, ¨si le gusta, le gusta¨, decía mi amiga. Pero fue más allá y me hizo la pregunta que yo sabía que en algún momento alguien tendría que hacerme por falta de valor propia para realizármela yo mismo frente al espejo, porque ¨frente al espejo se cae la careta, se acaba el poder¨.
-          ¿Y por qué te molesta?
-          Se cree mejor que yo.
-          ¿Y?
-          ¿Cómo y? Es soberbia.
-          Vos también lo sos.
-          Eso es otra cosa.
Si alguien en el mundo conoce la oscuridad que me rodea es Sonia. Era verdad, yo también en condiciones normales, cuando no estoy pintando, momento de mi vida que permanezco en un estado de transe constante, también voy por la calle con gafas oscuras, si es que salgo a la calle, como no me interesa saludar a la gente permanezco bajo resguardo en mi casa, o protegido con el status que me brinda sentarme en la mesa de un bar. No soy simpático con las camareras en los bares, me niego a firmar dibujos, sacarme fotos, no hablo con la prensa. Algunos me odian y me critican, pero yo, dentro de mi poca capacidad de recapacitar digo que lo hacen de envidia. Si alguien es capaz de desnudarme, esa es Sonia, y vaya si me dejó desnudo cuando dio su puno de vista, palabras que estaban claras, pero nuevamente mi ceguera me impedían verlas con claridad.
-          Para mí que te gusta – dijo y encendió su hachís.
Tuve que hacer memoria. A uno no le gusta una chica de un día para otro, o sí, aun así analicé mi pasado con Mindy, traté de buscar en mi memoria las veces que habíamos hablado, tal vez todo esto era un amor platónico que provenía de antaño y estaba siendo bloqueado, de forma terca e inhumana por la razón, o peor aún, por la estupidez.
La primera vez que vendí una colección completa de cuadros había ocurrido hacía unos cuatro años. Nueve cuadros conceptuales, abstractos pero conceptuales. Formas sin sentidos sin mayores conceptos que ese, pero Sonia es una buena representante, y un chino que deambulaba por la ciudad de vacaciones quedó maravillado con la muestra. Pagó en efectivo una suma vergonzosa, Sonia utilizó palabras como ¨barroco, tendencia, majestuosidad y sublime¨ para convencer al oriental. Esa misma noche salimos todos juntos a celebrar, por supuesto yo invitaba. Salieron conmigo Sonia, Celeste y su novio de ese entonces, un chico unos años mayor a ella con quien tenía pensado casarse y tener miles de hijos, hasta que descubrió que él le era infiel, cosa que bien pudo haber pasado por alto y perdonar de no ser porque se trataba de una infidelidad homosexual.
-          Jodeme que es puto – se sorprendió Sonia.
-          Si, re puto – respondió Celeste mientras se sonaba la nariz con un pañuelo de papel.
-          A lo mejor malinterpretaste la situación y lo que viste no es realmente lo que pensás – intenté calmar las aguas, pero solo conseguí hacerla llorar más.
Con el tiempo me enteré que lo que Celeste había interpretado era en efecto lo que había ocurrido.
La noche del festejo, en el boliche Mindy estaba de casualidad con unas amigas. Cuando la chica me vio estaba bailando el Rock del Gato sobre una tarima ante los gritos obscenos de un grupo de hombres, pero canceló de danza y se acercó a saludarme, y si bien no tardé en darme cuenta de su borrachera me sorprendió que se me sentara sobre mi falda y me abrazara del cuello. Le decía a las amigas con la lentitud típica de los borrachos mientras me señalaba con el dedo ¨este es mi vecino, jugaba conmigo de chiquita¨, todas reían y yo me sentí realmente incómodo, una chica bonita sobre mi falda hizo que la sangre comenzara a circular con mayor velocidad y fuerza, Mindy no tardó en darse cuenta de esto, pero lejos de moverse o incomodarse me miró de reojo con picardía y sonrió. A medida que el alcohol subía, los cuerpos iban cayendo uno a uno. La primera en abandonar el barco fue Celeste y arrastró con ella a su novio, ¨tenemos cosas que hacer¨ dijo y nos guiñó un ojo. Luego dos de las amigas de Mindy porque tenían que volver temprano a su casa, y la tercera se fue con Sonia a buscar cannabis a unas pocas cuadras de allí y supe que ya no regresarían esa noche. Solo quedaba Mindy, entre dormida sobre mí y yo, que por la sorpresa de los acontecimientos no había bebido en cantidad y era, sorpresivamente, la persona más sobria del grupo. Le dije que debíamos irnos. Ella no podía sostenerse en pie. En la vereda cayó de rodillas en el pasto y vomitó. La ayudé a incorporarse y comenzó a llorar de una manera desgarradora, así como existen risas contagiosas también hay llantos contagiosos.
Fuimos en un taxi hasta el barrio. La llevé hasta la puerta de su casa pero descubrí que su ebriedad era categórica y no iba  ni siquiera a poder abrir la puerta de entrada. Revisé su cartera en busca de las llaves, toqué el celular, una caja de preservativos abierta, pinta labios, espejo, y por fin las llaves. Si todo estaba como antes su habitación era la última, yo había ingresado en el pasado un par de veces a esa casa, alguna reunión barrial o un saludo para navidad, pero pensé que tal vez luego del deceso físico de sus padres ella se habría adueñado de la habitación de ellos. Pero no, la que había sido la habitación matrimonial de sus padres continuaba así, cama doble tendida, libros sobre la mesa de luz y fotos de ellos. Yo la llevaba alzada como los héroes cargan a las mujeres en las películas, una mano sujetaba por debajo de sus rodillas y la otra por los hombros, ella me abrazaba por sobre el cuello. Su habitación parecía la de una niña, llena de colores rosas, un afiche de la película Titanic, osos de peluche y algunos discos de bandas pop de moda.
La recosté sobre la cama, fue imposible no rozar sus muslos para depositarla allí. Ella me pidió entre balbuceos que me quedara a dormir con ella. La razón, pero sobre todo mi escaso sentido de oportunismo me dijeron que lo mejor era marcharme. Apenas me retiré me insulté a mí mismo, pero pasados los días sentí orgullo hacia mi propia persona.
Luego de eso ella estuvo varios meses sin saludarme. Cada vez que nos cruzábamos en algún comercio del barrio ella bajaba la mirada, se ponía seria y apuraba su marcha sin pronunciar palabra alguna, ni mueca ni un simple asentimiento de cabeza. Creo que se sentía avergonzada.



Al recordar esa anécdota sonreí, y supe que sí, que Mindy me gustaba, y que de alguna forma debía forzar un encuentro e invitarla a salir. Creí que ir hasta la casa, tocar el timbre y realizar simplemente la invitación sería muy intimidante, tenía que ser algo casual, o casual en apariencia. Que ella estuviese en pareja complicaba las cosas, pero un artista siempre tiene un conejo en la galera y un As bajo la manga, ¨si es muy armado nos damos cuenta¨, me dijo Sonia una vez, ¨nos gusta que improvisen¨.
Terminé luego de una lucha cuerpo a cuerpo con el sombreado de la cruz el cuadro, y sentí que una mochila enorme se había desprendido de mi espalda. Llamé por teléfono a Octavio Gurbindo para darle los detalles de la entrega, entrega que yo quería realizar cuanto antes, no quería tener un retrato de Olga Manzuk en mi casa, de alguna manera se me metió en la cabeza que ese cuadro era mufa y quería deshacerme de él cuando antes. Me pidió si por favor no podía alcanzarlo el miércoles el local de ropas Jem, porque en esos momentos tanto él como su mujer se encontraban de viaje. Le dije que podía llevarlo al día siguiente, o ¨voy ahora¨ le dije sonando desesperado por librarme de la obra, pero su respuesta fue un no tajante.
-          No, no. El miércoles a la tarde, yo lo paso a buscar por ahí, si lo llevás antes no confió en la empleada, bah, mi mujer no confía.

Miré el reloj. Eran casi las diez de la noche de un nuevo viernes y no tenía nada que hacer. Me recosté en silencio en la cama, esperando escuchar el show que estaba a punto de comenzar, y una vez más, aunque se hizo esperar casi una hora y media, Mindy no defraudó. 

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