martes, 3 de febrero de 2015

Largamos...

Llegar a Chile no fue fácil. Nuestro vuelo se suspendió por tormentas, según anunciaron los parlantes, pero en el buffet de Ezeiza se corría el rumor de que el piloto tenía un pedo que no veía, y como últimamente están desapareciendo muchos aviones la empresa no quiso correr riesgos innecesarios y canceló el vuelo.
Así fue que debimos pagar un vuelo chárter hasta Bariloche, desde allí seguir a pie hasta la cordillera y hacer dedo esperando que alguien se atreviera a cruzar a un grupo de extranjeros de dudosa procedencia con bafles, equipos de sonidos y un sampler. La técnica fue sencilla, pusimos a Lole en minifalda y un escote pronunciado con un cartel que decía “Chile”, y allí un caminero de procedencia más dudosa que la nuestra mordió el anzuelo (una vez más) deteniendo su vehículo.
Todavía no sabemos qué idioma hablaba el conductor, yo juraría que era Ucraniano, pero Bauer decía que era Griego, ToN sospechaba que era Ruso, y Lole… bueno, se llevó la peor parte, debió viajar sentada en la falda de este señor.
Nosotros viajamos en la parte de atrás, en el acoplado, compartiendo viaje con un pequeño y cortés grupo de Bolivianos, quienes de la manera más gentil nos ofrecieron de mascar su coca.
Cuando al camión aceleró desmesuradamente y oímos unos disparos seguidos de unas sirenas tuvimos la sospecha concreta de que acabábamos de cruzar la frontera.
Todo se tornó más complicado cuando el camión se detuvo, escuchamos a Lole gritar, una puerta cerrarse con fuerza, la lona del acoplado voló por los aires y vimos a nuestra amiga perderse corriendo en el horizonte. Tuvimos que seguirla, con los bafles y equipos al hombro, no sin antes robarle lo que quedaba de coca a los Bolivianos. Corrimos mientras escuchamos los insultos, o suponemos que eran insultos, del chofer del camión.
-          ¿Qué pasó? – le pregunté a Lole preocupado - ¿Te quiso violar? ¿Por qué corriste así de la nada?
-          Porque le robé la billetera – dijo – Mirá, tiene dólares.
-          ¿Y por qué gritaste?
-          Porque me agarré el dedo con la puerta.
Nos enseñó su meñique ensangrentado.
Caminamos hasta un pequeño y casi despoblado poblado, desde donde tomamos un micro hasta Santiago, donde un sutil e imperceptible grupo de fans nos estaban esperando.

Por la noche dimos el show ante casi un centenar de personas que corearon los clásicos y algunos hasta conocían las canciones del nuevo disco. Para celebrar intentamos irnos de putas, pero Lole nos dijo que éramos unos machistas y nos cortó el mambo; regresamos al hotel y nos dormimos mientras mirábamos Terminator II.

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