La lluvia atemoriza a los ciudadanos atormentados
sufren una regresión siniestra a los rincones más oscuros
de sus más ingratos recuerdos.
La lluvia no es otra cosa más que ese monstruo
a quienes de niño temíamos pero debíamos vencer.
La lluvia es una bendición poética
como la Luna
la noche o las estrellas
sin la lluvia habría menos magia.
La lluvia a veces es exagerada
a veces liviana
y otras veces
(las menos)
ni siquiera es lluvia.
La lluvia está capacitada para suplantar
en términos de inspiración
a la gloriosa fiebre
obsequiándonos esperanza.
Oh, Dioses del delirio.
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