Bueno, el último adelanto que haremos de esta nueva novela es el tercer capítulo, recordando que la obra consta de siete capítulos. Esperamos que les guste.
TRES
Las siguientes dos
semanas fueron de trabajo duro. Soñé con el cuadro varias veces, cuando uno
pinta durante muchas horas un mismo tema se obsesiona, la primera vez que me
pasó fue con el cubismo abstracto, mis pesadillas con cuadrados y círculos en
blanco y negro solo fueron superadas con terapia. Durante ese tiempo se me
gastaron las provisiones en dos oportunidades, sobre todo las bebidas, el oleo
y los aceites de lino le resecan a uno la garganta. Salí a la calle como
estaba, sucio y desprolijo, sin peinarme, con barba y las manos llenas de oleos
y olores a lino y distintos tipos de aceites diluyentes. Con el tiempo aprendí
a darle a la gente lo que quiere, si soy un artista raro tengo que mostrarme como
tal, si me preguntaban de donde conseguía la inspiración, yo decía que provenía
luego de la práctica de extensos rituales africanos, o de la meditación
oriental, cuando en realidad la respuesta correcta sería pinchar el globo de la
ilusión y decir que la mayoría de las veces la inspiración no existe, y que
además, de existir, tiene que encontrarlo a uno trabajando, de nada sirve la
inspiración si uno está en la sala de espera de una clínica esperando que le
autoricen unos análisis de sangre.
Durante esas dos
semanas pasaron dos viernes de los cuales fui testigo de las pasiones y
desenfrenos sexuales de Mindy, quien no tenía nada que envidiarle a Sasha Grey,
y hasta me tomé la libertad de pensar que tal vez mi vecina tuviese el morbo de
filmarse, y que su celular estaría con la memoria llena de fotos y videos,
quizás su novio fuese una especie de John Holmes, ¨bueno –pensé – mientras no
termine como él¨. Yo salía poco a la calle y no me la crucé durante ese lapso
de tiempo. Cada viernes, fiel como un reloj, ella se acostaba, suponía yo, con quien
era su pareja. A pesar de mi agotamiento mental tuve la lucidez y el tiempo de
crear algunas teorías. Una de ellas decía que su pareja era un abogado exitoso
y que los fines de semana era el único momento que realmente tenían para estar
a solas, ya que ambos serían profesionales ocupados, aunque me llamaba la
atención que los encuentros fuesen los viernes y no los sábados. Otra teoría me
indicaba que su amante era un doctor, y que los viernes aprovechaba para escaparse
de la guardia médica para ir a satisfacer las necesidades tanto suyas como de
ella; pensé en los enfermos que llegarían al hospital en busca de atención
urgente encontrando un simple cartel de ¨vuelvo enseguida¨. Una tercer teoría
me hacía pensar que Mindy buscaba amantes distintos cada viernes, los conocería
por chat, en redes sociales, anuncios en el diario, inclusive podía pagarle a
un taxi boy, podía tener un amigo, un amigo gay y una teoría prima surgió de la
nada, quizás quiera quedar embarazada y un amigo gay la está ayudando.
La teoría de los
amantes distintos me llenó de odio. ¿Quién se creía que era esta mina? Se creía
demasiado con su cuerpo bonito, sus buenos modales, su fingida y exagerada
simpatía, su título de abogada bajo el brazo, supe que sería la típica
feminista que quiere aparentar independencia y así escaparle a los compromisos,
porque detrás de su discurso independiente se encontraba una inseguridad y un
miedo al amor y al compromiso enorme. Se me vinieron a la mente sus palabras ¨
¿siempre pintás vos?¨, como desmereciendo el oficio, el talento y la capacidad
del artista. En un punto se creía superior a mí. La odié.
Un par de días
después de mis pensamientos me la crucé en la calle. Yo iba rumbo a la librería
a comprar unos pinceles nuevos para terminar el cuadro, que ya estaba
prácticamente listo, y de no ser por mis obsesiones o comportamientos
compulsivos, el cuadro ya estaría listo para entregar. Según mi visión solo le
faltaban unos pequeños detalles a los brillos de los ojos y un leve sombreado
en la cruz. El resto, supe por experiencia en arruinar obras, que de tocarlo
tendría que volver a comenzar. Mindy caminaba hacia mí con elegancia. Para mis
adentros pensé que se creía mucho por tener un culo lindo, y lo que es peor, ella
sabía y era consciente de su belleza y más aun, seguramente la había utilizado
más de una vez en su vida para conseguir un objetivo, me imaginé a una hembra
sedienta, insaciable y trepadora. ¿Hasta dónde pretendía llegar? Imaginé que su
trabajo en el estudio de abogados había comenzado como una simple secretaria, y
que a base de sexo hoy sería una de las principales responsables del estudio. Ella
caminaba moviendo sus caderas y al verme se quitó las gafas oscuras, se creería
una especie de estrella de cine porque no salía a la calle sin ellas, motivo
nuevo para odiarla más aun; en la chaqueta marrón que vestía llevaba una placa
con su nombre, una placa dorada, siempre con sus carpetas en mano. Me miró y me
saludó con la educación y falsa simpatía de siempre.
-
Hola,
¿Cómo estás tanto tiempo, bien? – dijo.
Su simpatía era la que
mostraba siempre, ante el público se mostraba educada, fina, elegante, buena
gente, cuando era todo lo contrario, una trepadora vil y manipuladora, con el
ego enorme, materialista y con ansias de poder. Yo producto de mi enojo solo
asentí con la cabeza y respondí con un seco y cortante ¨que tal¨, ni siquiera
me di vuelta para mirarle el culo, supuse que era lo que ella pretendía, por lo
tanto no le di el gusto, murmuré para mis adentros ¨¿quién carajo se cree que
es?¨.
Le comenté a Sonia todas
y cada una de mis teorías. Ella, mujer, respondió que todas eran válidas y yo
no tenía derecho alguna a juzgarla, incluida la de los amantes distintos, ¨si
le gusta, le gusta¨, decía mi amiga. Pero fue más allá y me hizo la pregunta
que yo sabía que en algún momento alguien tendría que hacerme por falta de
valor propia para realizármela yo mismo frente al espejo, porque ¨frente al
espejo se cae la careta, se acaba el poder¨.
-
¿Y por qué
te molesta?
-
Se cree
mejor que yo.
-
¿Y?
-
¿Cómo y?
Es soberbia.
-
Vos
también lo sos.
-
Eso es
otra cosa.
Si alguien en el
mundo conoce la oscuridad que me rodea es Sonia. Era verdad, yo también en
condiciones normales, cuando no estoy pintando, momento de mi vida que permanezco
en un estado de transe constante, también voy por la calle con gafas oscuras,
si es que salgo a la calle, como no me interesa saludar a la gente permanezco
bajo resguardo en mi casa, o protegido con el status que me brinda sentarme en
la mesa de un bar. No soy simpático con las camareras en los bares, me niego a
firmar dibujos, sacarme fotos, no hablo con la prensa. Algunos me odian y me
critican, pero yo, dentro de mi poca capacidad de recapacitar digo que lo hacen
de envidia. Si alguien es capaz de desnudarme, esa es Sonia, y vaya si me dejó
desnudo cuando dio su puno de vista, palabras que estaban claras, pero
nuevamente mi ceguera me impedían verlas con claridad.
-
Para mí
que te gusta – dijo y encendió su hachís.
Tuve que hacer
memoria. A uno no le gusta una chica de un día para otro, o sí, aun así analicé
mi pasado con Mindy, traté de buscar en mi memoria las veces que habíamos
hablado, tal vez todo esto era un amor platónico que provenía de antaño y
estaba siendo bloqueado, de forma terca e inhumana por la razón, o peor aún,
por la estupidez.
La primera vez que
vendí una colección completa de cuadros había ocurrido hacía unos cuatro años.
Nueve cuadros conceptuales, abstractos pero conceptuales. Formas sin sentidos
sin mayores conceptos que ese, pero Sonia es una buena representante, y un
chino que deambulaba por la ciudad de vacaciones quedó maravillado con la
muestra. Pagó en efectivo una suma vergonzosa, Sonia utilizó palabras como
¨barroco, tendencia, majestuosidad y sublime¨ para convencer al oriental. Esa
misma noche salimos todos juntos a celebrar, por supuesto yo invitaba. Salieron
conmigo Sonia, Celeste y su novio de ese entonces, un chico unos años mayor a
ella con quien tenía pensado casarse y tener miles de hijos, hasta que
descubrió que él le era infiel, cosa que bien pudo haber pasado por alto y
perdonar de no ser porque se trataba de una infidelidad homosexual.
-
Jodeme que
es puto – se sorprendió Sonia.
-
Si, re
puto – respondió Celeste mientras se sonaba la nariz con un pañuelo de papel.
-
A lo mejor
malinterpretaste la situación y lo que viste no es realmente lo que pensás –
intenté calmar las aguas, pero solo conseguí hacerla llorar más.
Con el tiempo me
enteré que lo que Celeste había interpretado era en efecto lo que había
ocurrido.
La noche del festejo,
en el boliche Mindy estaba de casualidad con unas amigas. Cuando la chica me
vio estaba bailando el Rock del Gato sobre una tarima ante los gritos obscenos
de un grupo de hombres, pero canceló de danza y se acercó a saludarme, y si bien
no tardé en darme cuenta de su borrachera me sorprendió que se me sentara sobre
mi falda y me abrazara del cuello. Le decía a las amigas con la lentitud típica
de los borrachos mientras me señalaba con el dedo ¨este es mi vecino, jugaba
conmigo de chiquita¨, todas reían y yo me sentí realmente incómodo, una chica
bonita sobre mi falda hizo que la sangre comenzara a circular con mayor
velocidad y fuerza, Mindy no tardó en darse cuenta de esto, pero lejos de
moverse o incomodarse me miró de reojo con picardía y sonrió. A medida que el
alcohol subía, los cuerpos iban cayendo uno a uno. La primera en abandonar el
barco fue Celeste y arrastró con ella a su novio, ¨tenemos cosas que hacer¨
dijo y nos guiñó un ojo. Luego dos de las amigas de Mindy porque tenían que
volver temprano a su casa, y la tercera se fue con Sonia a buscar cannabis a
unas pocas cuadras de allí y supe que ya no regresarían esa noche. Solo quedaba
Mindy, entre dormida sobre mí y yo, que por la sorpresa de los acontecimientos
no había bebido en cantidad y era, sorpresivamente, la persona más sobria del
grupo. Le dije que debíamos irnos. Ella no podía sostenerse en pie. En la
vereda cayó de rodillas en el pasto y vomitó. La ayudé a incorporarse y comenzó
a llorar de una manera desgarradora, así como existen risas contagiosas también
hay llantos contagiosos.
Fuimos en un taxi
hasta el barrio. La llevé hasta la puerta de su casa pero descubrí que su ebriedad
era categórica y no iba ni siquiera a
poder abrir la puerta de entrada. Revisé su cartera en busca de las llaves,
toqué el celular, una caja de preservativos abierta, pinta labios, espejo, y
por fin las llaves. Si todo estaba como antes su habitación era la última, yo
había ingresado en el pasado un par de veces a esa casa, alguna reunión barrial
o un saludo para navidad, pero pensé que tal vez luego del deceso físico de sus
padres ella se habría adueñado de la habitación de ellos. Pero no, la que había
sido la habitación matrimonial de sus padres continuaba así, cama doble tendida,
libros sobre la mesa de luz y fotos de ellos. Yo la llevaba alzada como los
héroes cargan a las mujeres en las películas, una mano sujetaba por debajo de
sus rodillas y la otra por los hombros, ella me abrazaba por sobre el cuello.
Su habitación parecía la de una niña, llena de colores rosas, un afiche de la
película Titanic, osos de peluche y algunos discos de bandas pop de moda.
La recosté sobre la
cama, fue imposible no rozar sus muslos para depositarla allí. Ella me pidió
entre balbuceos que me quedara a dormir con ella. La razón, pero sobre todo mi
escaso sentido de oportunismo me dijeron que lo mejor era marcharme. Apenas me
retiré me insulté a mí mismo, pero pasados los días sentí orgullo hacia mi
propia persona.
Luego de eso ella estuvo
varios meses sin saludarme. Cada vez que nos cruzábamos en algún comercio del
barrio ella bajaba la mirada, se ponía seria y apuraba su marcha sin pronunciar
palabra alguna, ni mueca ni un simple asentimiento de cabeza. Creo que se
sentía avergonzada.
Al recordar esa
anécdota sonreí, y supe que sí, que Mindy me gustaba, y que de alguna forma
debía forzar un encuentro e invitarla a salir. Creí que ir hasta la casa, tocar
el timbre y realizar simplemente la invitación sería muy intimidante, tenía que
ser algo casual, o casual en apariencia. Que ella estuviese en pareja
complicaba las cosas, pero un artista siempre tiene un conejo en la galera y un
As bajo la manga, ¨si es muy armado nos damos cuenta¨, me dijo Sonia una vez,
¨nos gusta que improvisen¨.
Terminé luego de una
lucha cuerpo a cuerpo con el sombreado de la cruz el cuadro, y sentí que una
mochila enorme se había desprendido de mi espalda. Llamé por teléfono a Octavio
Gurbindo para darle los detalles de la entrega, entrega que yo quería realizar
cuanto antes, no quería tener un retrato de Olga Manzuk en mi casa, de alguna
manera se me metió en la cabeza que ese cuadro era mufa y quería deshacerme de
él cuando antes. Me pidió si por favor no podía alcanzarlo el miércoles el
local de ropas Jem, porque en esos momentos tanto él como su mujer se
encontraban de viaje. Le dije que podía llevarlo al día siguiente, o ¨voy
ahora¨ le dije sonando desesperado por librarme de la obra, pero su respuesta
fue un no tajante.
-
No, no. El
miércoles a la tarde, yo lo paso a buscar por ahí, si lo llevás antes no confió
en la empleada, bah, mi mujer no confía.
Miré el reloj. Eran
casi las diez de la noche de un nuevo viernes y no tenía nada que hacer. Me
recosté en silencio en la cama, esperando escuchar el show que estaba a punto
de comenzar, y una vez más, aunque se hizo esperar casi una hora y media, Mindy
no defraudó.
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